viernes, 28 de marzo de 2014

Quisiera.

Muchas veces he pensado en mil maneras de torturarte, en mil maneras de hacerte sufrir, en mil maneras de hacer que sintieras el verdadero significado de la palabra: "Miedo". Quisiera dejarte inconsciente atarte de pies y manos en una silla cualquiera, despertarte con una jarra de agua fría. Quisiera que te despertaras aturdida, asustada y perdida. Sin saber donde estás, sin saber que haces aquí, sin saber... Como salir de este tormentoso lugar lleno de herramientas del mal, herramientas de uso cotidiano que si caen en las manos de un perturbado psicópata puede llegar a ser mortal. Quisiera susurrarte al oído que tu vida ya tiene fecha de caducidad, que este lugar será tu tumba, que serás como una vela que se consume, como un juguete roto. Porque ahora me perteneces, eres el juguete que voy a romper para siempre. Quisiera lamer cada una de tus lágrimas que para ti serían saladas pero para mi serían un dulce manjar. Ver tu cara contraída de miedo, terror, ver como suplicas, escucharte pedir ayuda. Aunque sabes que nadie, absolutamente nadie te va a escuchar. Quisiera estrangularte hasta que se te inyectaran los ojos en sangre, hasta que se te notaran las venas de la cara y tu color de piel fuera semejante al vino. Hacerte decenas de torturas con una suave música ambiente de fondo y que saborearas cada miembro amputado, que sintieras cada punzada de dolor. Eso quisiera, que sintieras como tu vida se apaga poco a poco y murieras de la manera más horrible posible.

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