martes, 24 de diciembre de 2013

Alma.

Un alma en pena vagaba sin rumbo fijo por una avenida llena de gente "feliz" o al menos eso aparentaban ser, era un día frío, se notaba  el invierno entrante. El frío le azotaba la cara, pero su rostro sin expresión alguna seguía impasible. Sumida en sus pensamientos, el alma en pena iba a cruzar la carretera con el semáforo aún en rojo y los coches pasando a gran velocidad. Pero siente un repentino peso en su pierna, se gira y esos pozos sin fondo que tiene por ojos se concentran en un pequeño ser vivo, un perrito que no tendrá más de un mes. Está húmedo debido a la nieve y ladra sin parar, este personaje se agacha y acaricia la cabeza del perro pero este le enseña los dientes y le muerde la mano con furia, aparta la mano, sobresaltada pero sin decir nada se vuelve a poner de pie y cruza la carretera.
Observa atentamente una pareja ya de avanzada edad, se dan amor como si acabaran de empezar su noviazgo, lo que el alma en pena no sabe es que él es un maltratador y que ella es una mujer dominada, un pájaro que quiere ser libre mas la jaula no la deja volar. Pero por fuera parecen una pareja de lo más feliz, siguen su camino se paran en el paso de cebra y un coche arrolla al hombre anteriormente mencionado. Muerto. Se oyen gritos pero la mujer apenas se inmuta, parece incluso aliviada como si las rejas de la jaula se hubieran roto por arte de magia. El alma en pena sigue su senda de infelicidad, sin destacar, sin ser especial y siéndolo al mismo tiempo. En esta ocasión se encuentra a un chico intentado conquistar a una chica, a pesar de que la chica lo rechazó tiempo atrás el chico vuelve a intentarlo, parece empeñado en conseguirlo, parece seguro de si mismo. No desiste y al final parece que la perseverancia ha conseguido hacer mella en la chica. El chico ha conseguido un hueco en el corazón de su amada. Esto hace daño en el alma en pena, ella no tiene nada por lo que luchar, no tiene sueños, no tiene motivos, no tiene nada. Solo tiene un saco de piel llamado cuerpo y ganas de desaparecer. El alma en pena ya harta de la falsedad de este mundo plagado de cánones de belleza, hipocresía, mentiras, y sonrisas fingidas sube a su apartamento, ata una cuerda a una viga del techo de su salón, hace unos nudos por el otro extremo; mete la cabeza por el hueco y a continuación sube a una silla y se deja caer.
Desaparece.
Desaparece sin saber que su situación mejoraría, sin saber que este mundo es una hez pero que se puede arreglar, desaparece sin saber que este mundo no es tan falso como cree, desaparece sin saber que hay personas que valen la pena, desaparece, sin saber que pudo ser feliz.

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