Escribir.

Escribir. Algo tan simple, algo tan grande. Las letras siempre han estado muy presentes en mi vida, empecé a leer con dos años y desde entonces no he parado. Empecé dibujando, acabé escribiendo.
Creaba mis propias historias en las que yo era el protagonista, o que un personaje inventado las protagonizara para que luego fueran felices y comieran perdices. Escribir me ayuda a sacar lo que llevo dentro, las historias que nunca quise contar las cuento aquí y me gusta. Me lea más o menos gente seguiré escribiendo. Gracias a esto plasmo lo que siento en un papel o en unas teclas de ordenador y me desahogo
mi situación actualmente no es que sea muy buena (Emocionalmente hablando). Ni estoy feliz, ni estoy triste.
No estoy nada, y a veces cuento mediante relatos o como me siento o como quiero sentirme y me quito un peso de encima, no creo tener mucho nivel para escribir pero con práctica se mejora y eso es uno de los motivos por los que no voy a dejar de escribir por nada del mundo, porque un espacio en blanco puede esconder las más maravillosas historias, porque un espacio en blanco puede desvelar los secretos que esconde esa persona.
Porque un simple espacio en blanco te entiende mejor que muchas personas. Escribiendo puedo ser quién quiera, puedo ser el dueño del tiempo en un relato, puedo ser un héroe, puedo ser un villano, puedo ser lo que quiera y puedo cumplir mis sueños, aunque solo sea en una historia puedo hacerlo, porque me gusta escribir y porque no voy a dejar que me corten las alas.
Y si algún día me cortan las alas crearé una historia donde las pueda recuperar. Porque nada me impedirá hacer lo que me gusta. Un simple párrafo puede hacerte sonreir, llorar, gritar, asombrar o incluso enfadar.
Puedo vivir infinitas vidas con un poco de imaginación, ganas y un poco de talento. Porque por algo que se me da medianamente bien no voy a dejar de crear historias, no voy a dejar de dejar con la intriga a la gente que me lee. No voy a dejar de escribir y punto.